La palabra escrita dura,
pierde
el tono
y
ambiciona ser hecho,
pero
disimula.
La
palabra que escribes es
desafinado
silencio,
es…
es
cuerda dura,
y
madura con el tiempo
que
la alarga
y,
a veces, incluso la amarga.
La
palabra escrita es un callar
constante
de sesudas dudas,
es
imperfecta;
es
un plátano en la nevera:
se
ensombrecen el papel y la piel
pero
el plátano sigue siendo fruta
y
la palabra, un boceto;
antesalas
y productos
de
vida y pensamiento.
La
palabra escrita se parece al amor:
se
concentra
para
ser única, virgen, intacta;
sale
de la guarida, explora
y,
cuando quema su idea,
se
agota.
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