lunes, 14 de febrero de 2011

El último Rayo de Sol


Querido amigo,
No sé si me recordarás. Aún así, decido escribirte para contarte una historia:
Un rayo de sol que atravesaba la ventana entreabierta de su habitación la despertó. Probablemente, sería el último del día. Ya eran las siete y media de la tarde. Saltó de la cama, y se fue. Habían quedado a las seis para dar un paseo. Se dirigió hacia aquella inmensa pradera, donde acostumbran a pasear. Él estaba esperándola. "Más vale tarde que nunca", pensó ella al verlo.
-Más vale tarde que nunca- dijo él con tono irónico mirando al suelo. -Lo siento, me he dormido- él siguió sin levantar la mirada mientras jugaba con la pulsera que le había regalado- no te enfades, no lo he hecho a posta. -No pasa nada- dijo esbozando una sonrisa. Ella se quedó perpleja mirando sus ojos negros como el azabache; observando cómo la brisa del mar despeinaba su pelo marrón y hacía ondear su blanca camiseta. No se pudo contener y fue corriendo hacia él. Necesitaba sentir su aroma, probar otra vez sus besos que, aunque ella odiaba que él fumara, le gustaba saborear el tabaco cuando él la besaba, simplemente era algo que lo caracterizaba, una de las muchas cosas por las que no cambiaría sus besos por los de nadie. Se tumbaron y se abrazaron sobre la inmensa alfombra verde de flores, cada uno con la mano en el pecho del otro para sentir sus corazones latir al unísono. Pasaron horas mirando cómo el cielo cambiaba de tonalidad, hasta que aquellos colores se juntaron formando un negro profundo, casi como el de sus ojos. Empezó a hacer frío. Pero daba igual. Todo daba igual cuando estaban juntos. Él le dio su chaqueta y se levantaron para ir a dar una vuelta.
-¿Adónde vamos?- preguntó ella mirando el reloj.
-Hay algo que quiero enseñarte- musitó.
Tras atravesar un bosque, llegaron. Era precioso; entre los árboles se encontraba un río de agua cristalina atravesado por un puente de madera. Se oía cantar y revolotear petirrojos, jilgueros, gorriones e incluso un cuco a lo lejos.
-¡Es maravilloso!- dijo ella manteniendo su mirada de nuevo.
-Si...- dijo él mientras se acercaba para besarla levemente en los labios.
Cruzaron el puente y se sentaron en un banco. Él se quitó su anillo de plata y se lo dio a ella.
-Póntelo, quiero que lo lleves tú.
-¡Muchas gracias, pero no sé qué decir!- dijo ilusionada.
-¡Di que sí!-
Un silencio incómodo ahogó sendas sonrisas. Él lo interrumpió cantando "You are always on my mind". Solían escuchar juntos canciones de Elvis Presley, "The Beatles", Jerry Lee Lewis, Chuck Berry y hasta "The Platters" que, aunque les parecían un poco ñoños, los escuchaban igual porque era un grupos que estaba de moda.
-He pasado mi mejor verano a tu lado, pero mañana te irás y todo terminará- Dijo ella angustiada cortando aquella preciosa canción.
-Tranquila, pasará rápido- Dijo con tono poco sincero mientras suspiraba.
-¿Y si se terminara todo esta noche?- Dijo preocupada.
-Tranquila- insistió- esto no termina aquí- volvió a dibujar una sonrisa de las suyas. Esta vez ya lo dijo con aire más creíble aunque no del todo convencido de si debía creerse lo que decía.
En ese momento, nos fuimos acercando poco a poco, cada uno con la mirada en los labios del otro, con la respiración profunda como alimentándonos del momento, hasta que nuestros labios contactaron; sin prisa, disfrutando del momento. Comenzamos a besarnos lentamente olvidándonos de todo lo demás. Respirando de aquella fuente de aire ajena y propia. Los minutos fueron pasando y el ritmo fue acelerando hasta alcanzar el de las canciones de "Rock'n Roll". Te apartaste y, abriendo los ojos, despertamos. Te busqué, de nuevo, con los ojos cerrados hasta que nos encontramos y dejaste caer un "te quiero". Sonreímos y nuestros labios se fueron separando hasta quedarnos frente contra frente mirándonos a los ojos.

Al día siguiente te fuiste y no supe nada más de tí. A mi me quedaba un mes para cumplir los catorce años y a tí cuatro para tus diecisiete. Sesenta años después, todavía llevo aquel anillo y cada día me levanto tarareando aquel "Rock'n Roll" que cantábamos.

Un fuerte abrazo de alguien que algún día significó algo en tu vida.

P.D.: Gracias por aquel inolvidable verano, por enseñarme que lo importante no es el amor, sino el cariño, y que pase lo que pase, nuestros corazones seguirán latiendo al unísono.