Miércoles, 1
de febrero de 2012.
A
mi futuro compañero y eterno amor:
Hoy,
meditando en hacer una carta de amor para clase, he pensado que sería
buena idea escribir algo que puedas leer cuando de verdad me cerciore
de haberte encontrado. No sé quién eres o serás -en estos
momentos-, y tú tampoco; nunca se puede saber, la vida da muchas
vueltas.
Yo -tu eterna
compañera-, he de desvelarte algo: tengo un amor, a parte del
nuestro, desde que nací, y no es ni lío, ni aventura, ni amorío,
ni affaire; es un amor que, estoy segura, compartimos tú y
yo: la música. No hay para mí situación más reconfortante que esa
necesidad de, al escucharla, tener que ponerla alta, cada vez más,
para percibirla por todo el cuerpo. Sentir que Creedence Clearwater Revival, Dire
Straits y Queen son mis glóbulos blancos;
Jerry Lee, Elvis y Johnny Cash, mis glóbulos rojos; y Led Zeppelin, Cream y los Doors, mis plaquetas. Sufro una sed que,
cuanto más la intento saciar, más aumenta. Entonces, es cuando
pruebo diferentes métodos para beber de esa fuente: tocando con más
gente, improvisando, intentando escribir sobre ella o dando vueltas
en bicicleta por los lugares más inhóspitos que conozco mientras me
la intento meter en vena mediante unos cascos.
El clímax de
esta magnífica relación es, sin duda alguna, salir a escena: sentir
el calor de los focos, que no te dejan ver cuánta gente te observa
ni si son conocidos o no; la tensión sana que se crea juntando todos
los nervios provocados por los imprevistos, el sofoco, la impaciencia
por empezar y la euforia de tus compañeros que se junta con la tuya;
los cables colocados estratégicamente para que lleguen a la mesa;
instrumentos afinándose; beberse una tila a priori; enchufar un
extremo del jack-jack al teclado y el otro al Marshall,
y que éste restalle al encenderlo; sentirse febril por dentro y, sin
embargo, tener los pelos erizados y estar tiritando porque hace frío;
los atriles viejos con apaños para que sigan ejerciendo su función;
los acoples de sonido; partituras desordenadas que encuentran su
lugar en la lista a lo largo del concierto; la agudeza y sutileza con
la que tus compañeros de tablas te dicen algo gracioso para
tranquilizar la situación... El problema es que esas emociones que
me causa la música, sólo es en determinados momentos; si no la
manejo de algún modo, no puedo experimentar ese cosquilleo, ese
deseo. Así que sólo tú eres el que puede completar ese vacío en
mi interior. No me hace falta conocerte para saber que te necesito,
que te prometería todo y que desde este momento doy mi vida por tí.
Pero no te escribo para convencerte de que mi amor será sincero
pues, se supone que si es definitivo, es verdadero.
En estos
momentos creo sentir esto mismo por alguien que no sé si podré
tener a mi lado. Dime, ¿ese chico que me dice tantas cosas bonitas
cuando me mira, sin falta de palabras, eres tú?, ¿ese chico de
suaves labios que me permitió probar una pequeña parte de ellos por
unos eternos segundos, fuiste tú?, ¿serás ese con el que veo un
futuro desde la primera vez que me miró hace años? No puedo estar
convencida: la vida da muchas vueltas -aunque no tantas como en mi
cabeza las das tú, o él, o ambos-. En realidad, intento no pensar
mucho en el amor; llegará cuando menos me lo espere, seguro; esté
preparada o no. Mi amor eres tú y, por tanto, podría decir que mi
amor "llegarás" sin importar ningún tipo de tiempo: ni
época, ni clima, ni edad, ni circunstancia. Simplemente llegarás y
me harás plenamente feliz.
Por último,
he de confesarte que nunca antes había experimentado algo parecido
al escribir esto: es una misteriosa sensación de desear exhalarlo
todo junto a un suspiro de alivio; de pretender expresar lo que
siento mediante palabras y que éstas me inculpen de amarte, mas cada
intento se convierte en un craso error al imaginarme no sólo tu
singularidad ante mis sentidos, sino tu poder para hacerme ser
vulnerable a la delicada llama que en el fondo de mi torso reposa
resistiéndose, esperanzadamente, a no expirar hasta que el preciso
soplo la extinga.
Con
verdadero afecto, tu futura compañera y eterno amor.