De vez en cuando vuelve esa ola
que se topa con mi pecho.
Vuelve sin que nada haya hecho
y, suave, me recuerda: estás
sola.
Vuelve, con su amarga espuma parda
dura, que se extiende por mis rocas.
Ya nada será igual cuando descubra
que mis huesos de salitre no los quieren ni los buitres.
Vuelve el yo ensimismado,
en sí sólo centrado,
dando cuenta de sus actos
de color medio ocre enamorado.