lunes, 9 de marzo de 2015

Voces en imágenes

Esta noche
Euterpe duerme bajo psicotrópicos 
que apelan a un vacío;

dos quinquis asienten 
al son de la música 
otorgándole razón;

en la sala de espera
una chica busca anestésicos
a su reciente ruptura;

y el péndulo de, tal vez, María
niega sobre el cuello
su propio movimiento
discordante:
no queremos que retroceda 
mas sí que el reloj estuviera
en duda,
que Porlier tuviera certeza
y cordura.
Todo pasa y todo queda
dijo alguien permaneciendo. 

Poderosos rizos castaños
coronaron a un lagarto
deificándolo.
Acapararía toda inspiración 
el resto de las noches:
esta es la verdadera revolución...
demodé;
  
y esto otro,
una juventud
que se extiende como el fuego 
sin un apoyo convincente,
sin mecha que lo incite
a seguir ardiendo
así de fuerte.

Lo desea 
escuchar 
y se preocupa por entenderlo, 
pero no volverá:
las coincidencias
están agotadas;
la reencarnación no existe
ya.

Las obsesiones 
pueden llegar a perderte 
en mundos falsos
de tiempo, 
de lugar,
de fantasía,
persiguiendo la perfecta similitud
que no existe
y aburriría.

Pero nada muere si se siente palpitar
dentro del cráneo 
en las madrugadas alcohólicas.
Llegar a lo deseado 
mediante la imaginación y el oído, 
tan sólo viendo 
en una clausura de ojos, 
que apuntan alto
contra un techo oscuro
repleto de estrellas danzantes. 

Anacrusas asincopadas 
dadas con el aciago meñique
en la tecla afinada 
para que sea un mi discontinuo.
Pero un mi muy real.
Síncopas como chiribitas
consteladas en el yeso apagado.

Estamos en una probable muerte barbitúrica.