No afines tu tez, mujer:
afina tu corazón.
No tapes tus vivencias
con anti-ojeras de roll-on.
No ocultes tus surcos
con bálsamos de sanación;
ni te eches esa laca
que te deja de cartón.
No reniegues de tu vello,
-lo más bello- que tiene función;
y no vuelvas a llorar
podándote con dolor.
No ocultes, mujer, tus experiencias
con tintes de ningún color,
que el color de vello más bello
es, sin duda, tu color.
No te compres tantos tarros
para parecer de televisión,
que tu cuerpo ya es perfecto:
no necesita pintor.
Disfruta, saborea y respira
y embellece tu estación,
que, invierno o primavera,
todas tienen diversión.