Los coches salpican cuando pasan
en el furor de un día cualquiera.
Las nubes grises cubren a la gente
y la atropellan.
Cruzas la calle como siendo aire,
escurridizo, entre luces lilas,
y me miras como sin querer,
pero en armonía.
Cuando vas, ahí, a La Deriva
todo se convierte en sorpresa:
esta vez te presentas diciendo
“qué larga esta espera”.
Somos ahora los mismos románticos:
aire pastoso y atmósfera interna,
idealismo, intuición, rebeldía
y naturaleza.
Y es eso lo que nos trajo aquí:
Somos tentempiés, pero odiamos
la gravedad de una elección,
somos los somieres en las calles,
lo que sujeta cada ensoñación,
somos de los que enseguida marchan,
y buscan el hogar en una mirada.
Somos los que vuelven por inercia,
pasajeros de cafés cortados,
Somos trasnochados profesores
de sentimientos hipertrofiados.
Por todos los dientes de león
y tantas heridas que soplamos:
ensayo y error,
duda y decisión,
fiebre y rencor,
todo intuición
Somos enamorados.