Soy un calcetín roto,
un chiste en un entierro,
una cruz en rojo,
un monedero lleno,
una china en el bolsillo,
las marcas de una pelea,
la manzana del jardín divino:
soy Eva,
soy lo prohibido.
Pero algún tiempo Hera
unos zapatos nuevos,
un prado en primavera,
su mano con la mía
para que todos lo vieran:
era Afrodita,
era lo querido.
Hoy no:
Soy las noches de amor
y las mañanas raras,
desconocidos los dos;
los posos de las tazas,
la distancia de día,
tras compartir almohada,
las dos bocas vacías:
soy Eva,
soy lo maldito.
Soy lo que no quieren mostrar,
un aborto deseado,
un fugado del altar.
Soy Eva.
Soy,
pero en voz baja.
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