martes, 29 de abril de 2014

Revolución (III)

Hoy hay gente que ni se recuerda.
Los amigos juegan ahora
a desaparecer, entre acera y acera,
en opresiones visuales que los ahorcan,
entre cuchillos, fango y arena.

Reluce la juventud en sus brillos color violeta.
La flamante sonrisa garantiza la diversión.
Sus manos ofrecen el goce, su meta.

Y con sus palabras se desató una insurrección,
tan grande que ni él mismo imaginó al decir:
todas las revoluciones comienzan así.

Viejos chamanes y sus tribus los ahogan
con hechizos de bruja manceba
porque es su noche ahora.

Obviando palabras asfixiantes de extraños
que envidian la libertad de sus piernas
huyendo de cuchillos, miradas y sablón,
volaron los escarabajos por un mundo mejor
en la noche de su revolución.

Aguarrás y coloridos elixires diluyen
los grotescos maquillajes de las caretas
en las calles del botellón.

Y con sus palabras se desató una insurrección,
tan grande que ni él mismo imaginó al decir:
todas las revoluciones comienzan así.

La comenzaron allí con un molotov
elaborado con rabia y pólvora
que más tarde estalló.

Y aunque nadie más confió
ni le otorgó gran importancia
por ser una maníaca acción,
propiamente dicho,
fue una auténtica sedición.






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