miércoles, 9 de marzo de 2016

Desde lo más alto de mi alma
percato lo grande pequeño;
lo minúsculo, gigantesco.
Y tejo, y tejo de tu lana.

Mientras construyo con agujas
fe en una vida de ventura
-como la paciente Pe griega
que en pausa a su destino espera-,

la gente pisa, posa y pasa
por los pliegues de las costuras
(de hormigón). Y, cabizbajas,
prisa y prosa tornan locura.

Versos de puntos, filas de letras;
de aquí para allá, mi alma vela
con esta savia que en tu hebra
toma el tallo como madera.

De los días sin aliño en el verbo -y en nada- saco el ébano que arrea a la pereza;
la luz de quien duerme con tranquilidad: que, desde la pureza de esta torre, ¡dicha es lo que quieras!



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